Conocí a Rivaldo brevemente mientras acompañaba a las mujeres de Quilombo de Lapinha lavando ropa en el río. Rivaldo se estaba bañando con su familia y me pidió que lo fotografiara. Extrovertido y emocionado, Rivaldo se saltó la etapa de huir de la cámara, recurrente al fotografiar niños. Él posó, vio las fotos que tomé y pidió que tomara más. En todas las imágenes que salieron de esta broma, entre puntos irreconocibles y húmedos y pulgares para la cámara, lo que era común era su hermosa sonrisa.